Encontramos a Melvin en el 8o Festival de las Esferas en Palmar Sur. Él es el hijo de Don Ismael, el maestro de las máscaras de Boruca, a quien presentamos en una previa edición.
Cuando tenía siete años de edad, ya participaba en los talleres que su padre impartía. Aprendió la mitología boruca, las tradiciones, las leyendas del espíritu del agua Discujcrá y también aprendió a tallar la madera para fabricar las máscaras que los hombres del pueblo utilizan durante los famosos bailes de los diablitos. Habla un poco el Brúnkajk, el idioma de sus ancestros. Durante años formó parte de la comisión organizadora de las festividades en apoyo a don Nicanor Lázaro, el diablo mayor. A partir de 2002 comenzó a dedicarse a la pintura. “A través de la pintura, yo puedo expresar mis sentimientos, devolviendo así la dignidad y la confianza a mi gente. Estoy orgulloso de ser Boruca”, nos dice. “Boruca, antes de la colonización, agrupaba las tribus Osa, Coto, Corredores, Turucacas, Changrúa y Quepos, quienes reinaban la enorme extensión de la Península de Osa”. Hoy los aproximadamente 2000 miembros de la comunidad indígena viven en una reserva en la provincia de Puntarenas al sudeste de Costa Rica.
Preguntamos a Melvin sobre la importancia de las esferas para los Boruca. “En nuestro idioma se esconde mucha información. Hay una montaña que se llama Kansot Cjac que significa en Boruca, hacer piedras, donde se encontraron hallazgos de un taller de esferas. Muchas de estas esferas enigmáticas datan de varias miles de años”.
Melvin reproduce los tiempos gloriosos de su gente en sus pinturas de gran profundidad e intensidad de colores. “Quiero que la gente conozca nuestro pasado y se vuelva más consciente de la necesidad de cuidar la naturaleza”.