Por Luis Gutiérrez Galera
Rodeada de hermosos paisajes naturales, el imponente Océano Pacífico, y un invaluable tesoro arqueológico, la región Sur de Costa Rica destaca como un sitio de singular belleza y características únicas en Centroamérica y el mundo, encerrando un inigualable legado histórico para toda la humanidad.
En el cantón de Osa, yace uno de los espacios arqueológicos más ricos y valiosos de la América Precolombina.
En la subregión arqueológica Diquís, los asentamientos precolombinos de Finca 6, El Silencio, Batambal y Grijalba, guardan la evidencia y legado de que en sus tierras diversas sociedades ancestrales se desarrollaron por miles de años, destacando la extraordinaria organización social, artística y tecnológica de los primeros costarricenses.
La esfericidad y su relación con el poder e identidad étnica son las relaciones simbólicas con que se vincula a estas impresionantes manifestaciones precolombinas, cuyo tamaño marcaba la diferencia entre unas y otras. Las de mayor tamaño eran ubicadas en espacios públicos y habitacionales, mientras que las más pequeñas se enterraban en las tumbas y decoraban esculturas.
Consideradas como únicas en el mundo por su perfección, tamaños, y nivel tecnológico, a la fecha no es posible saber cuál de las cinco etnias aún hoy presentes en dicha región fueron las encargadas de esta compleja obra de ingeniería, sin embargo, su obra se atribuye los antecesores del grupo indígena boruca.
Lo que sí se destaca es la gran maestría alcanzada por estas asombrosas y enigmáticas sociedades expertas en construcción y elaboración de artesanía de oro, cerámica y piedra para uso religioso, artístico y como simbolismo de su cosmovisión.
Para el mes de junio del año 2014, los cuatro asentamientos precolombinos de Finca 6, El Silencio, Batambal y Grijalba del Delta del Diquís fueron declarados como patrimonio mundial por la UNESCO, como sitios arqueoló- gicos de valor universal excepcional, que realzan la belleza del sur de Costa Rica como destino natural, cultural y arqueológico.