Los vecinos de Boruca de Buenos Aires, Puntarenas, calificaron
el retorno de las tres esferas de piedras culturales como un regalo.
Fue el Museo Nacional quien las envió a esa población en calidad de préstamo.
Bajo la custodia de los pobladores, una de las esferas quedó en la Escuela, otra en el Colegio y la de mayor tamaño (1,55 metros) con un peso de 6 toneladas, se está exhibiendo en el Museo Comunitario del lugar.
Las esferas fueron transportadas en dos camiones con extremo cuidado, protegidas con telas especiales y atadas con cadenas para mantenerlas estables. Recorrieron más de 200 kilómetros desde el Museo Nacional hasta la comunidad de Boruca, casi 12 horas de viaje. A su llegada, fueron recibidas por un buen grupo de vecinos que cantaron y bailaron de alegría de tener estas esculturas en su territorio. Sonó un caracol, de inmediato apareció la chicha de maíz y la música de acordeón de Porfirio González, anunció que la fiesta había iniciado.
Don Alfonso Quesada, reportero de La Nación nos dijo:
“Es el resultado de un proceso de varios años. La comunidad de Boruca nos había solicitado algunas de las esferas como testimonio de su herencia ancestral”.
Gracias a la colaboración de don Francisco Corrales, arqueólogo del Museo Nacional, hoy vemos el resultado de estas gestiones con el regreso de estas magnificentes esferas a la población de Boruca.