Cerca de Dominical el Parque Reptilandia alberga varias especies de boas y pitones. Dos de las más bellas son la boa esmeralda de la cuenca del Amazonas (Corallus batesii) y la pitón del árbol verde (Morelia viridis) de Nueva Guinea, Indonesia y la península del Cabo York en Australia. Ambas especies están altamente adaptadas a la vida arbórea en las selvas tropicales. Estas serpientes no son venenosas, pero sí tienen dientes muy grandes, más grandes que los del constrictor promedio. Estas herramientas les ayudan a agarrar aves, murciélagos, lagartos y roedores. Inmediatamente después de que enroscan a su presa con el cuerpo se contraen para estrangularla. Las serpientes tienen una cola prensil que les permite alimentarse en los árboles. La presa es detectada por sus escamas termosensibles o fosetas labiales. Esta es una gran ventaja para estos reptiles nocturnos.
La reproducción también se da sobre el suelo del bosque. La diferencia es que las boas son vivíparas o sea paren crías vivas. Las pitones, que son ovíparas, ponen huevos y necesitan encontrar un sitio de anidación. La madre enrolla los huevos para protegerlos y criarlos. Para ello puede elevar la temperatura de su cuerpo. Ponen hasta 30 huevos y pueden tardar hasta 60 días en incubar. Las crías de la misma camada pueden ser rojas o amarillas. Los bebés de las boas de esmeralda son rojos y nacen después de 5 a 6 meses. Cuanto más crecen, más cambian de color. Después de un año todos se convierten en pequeñas joyas verdes. Se llama cambio de color ontogenético.
Ambas de estas magníficas especies de serpientes tienen una forma específica de descanso. Enroscan unos cuantas de sus anillos alrededor de las ramas y colocan sus cabezas en el medio. Buena manera de pasar el rato en las copas de los árboles.
Por Roel de Plecker
CONTACTO: Roel de Plecker – Reptilandia