Por: César Barrio Amorós – Fotos: Doc Frog Photography
Hay muchos serpentarios en Costa Rica, pero ninguno como Reptilandia, el más grande y variado.
Situado a 8 km de Dominical en la carretera 243 hacia San Isidro, en media hectárea se exponen 81 especies de reptiles (y unos pocos anfibios como ranas venenosas de 4 especies nativas).
El mayor interés de Quetzal Dwyer, su dueño, son las serpientes venenosas, así como saurios y tortugas raras.
Ha conseguido reunir una de las colecciones de reptiles más diversas e impresionantes de Amé- rica Latina. Por ejemplo, Langka, el único dragón de Komodo en Latinoamérica. También hay una pareja de tortugas cerdito de Nueva Guinea que son las únicas tortugas de río con aletas parecidas a las marinas.
Además, se pueden admirar diferentes especies de serpientes nativas y exóticas (desde pitones oliváceas hasta diminutas bocaracás), lagartijos de todo tipo, incluyendo varanos de Indonesia y monstruos de Gila del desierto mexicano, pasando por especies de Costa Rica tan hermosas como el escorpión coral que ni es escorpión, ni es de coral sino es un lagartijo.
Quetzal es la única persona en Costa Rica que ha logrado reproducir con éxito al plato negro, la serpiente más grande y venenosa del Pacífico Sur.

Corallus hortulanus
Reptilandia destaca por la presentación de sus instalaciones, donde los reptiles se sienten como en casa.
Mucho de este trabajo de acomodo de las especies a sus nuevos entornos se debe al concienzudo trabajo de Roel de Plecker, quien además de ser un gran entendido en reptiles, construye hábitats y logra acomodar los animales en su nuevo entorno. Reptilandia, además de ofrecer sus instalaciones al visitante, es un centro de investigación y regularmente contribuye a la ciencia con aportes sobre la herpetología de Centroamérica.
Precios: Ticos: 2500; residentes: 4000; extranjeros: 6000 col.