Las Tobobas Costarricenses

En Costa Rica el género Porthidium o las Tobobas están representados por cuatro especies. Dos de ellos son endémicos: las tobobas de cola blanca (Porthidium porrasi) y las tobobas Costarricenses' (Porthidium volcanicum). Esta última tiene una distribución más restringida, sobre todo en la vecindad de Buenos Aires, aunque también hay registros de ellas en el área de Chiriquí en Panamá. La toboba de cola blanca se encuentra solo en la Península de Osa y la región alrededor del Golfo Dulce, siendo la única especie endémica de Porthidium en Costa Rica. La Porthidium nasutum o tamagá comun es una habitante de los bosques en la costa atlántica de Costa Rica.

La toboba occidental delgada (Porthidium  ophryomegas) se puede encontrar en los bosques secos de Guanacaste. Todas las especies de Porthidium son vivíparas, esto  significa que dan a luz a crías vivas.

El año pasado, Reptilandia fue la primera instalación en criar la tamagá de cola blanca en cautiverio. Una de nuestras hembras dio a luz a 9 pequeñas víboras, todas nacidas con colmillos y veneno, ya que las serpientes son independientes desde el día en que nacen. Los pitvipers de nariz de cerdo son terrestres, crepusculares y nocturnos. Con su patrón de camuflaje, se esconden en el suelo del bosque emboscando a ranas, lagartijas o pequeños roedores. Agarran su presa con su solenoglifo o grandes colmillos móviles y la inmovilizan con su veneno.

Si la víctima no es demasiado grande, prefieren mantenerla prensada, minimizando el riesgo de perderla. Sin embargo, la Porthidium ophryomegas parece preferir la táctica de mordedura y liberación. El envenenamiento humano rara vez es mortal, pero causa dolor intenso y posible daño tisular o necrosis. Nuestras tobobas costarricenses tienen hocicos muy erguidos, similares a un pequeño cuerno o trompa. Sólo la toboba chinga carece de esta característica. Se puede ver colgando en la vegetación más baja. El propósito de su hocico erguido podría ser una adaptación para vivir entre la hojarasca. Son serpientes moderadamente pequeñas y en su mayoría no superan los 65 cm, aunque excepciones son posibles. Buscar estas tobobas en la naturaleza es un desafío. ¡Mejor admirarlas en Reptilandia!

~por Roel de Plecker

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