En 1971, Don Walter Odio regresa a Uvita recién graduado de zootecnia en la Universidad Estatal de Louisiana, Estados Unidos, para incorporarse a la empresa familiar: Rancho la Merced. Con los conocimientos adquiridos pone en duda el rendimiento de algunos pastos de ganado comienza a desarrollar el bosque secundario del que hoy podemos disfrutar.
Nos cuenta que su padre, Enrique Odio Herrera, fue uno de los primeros turistas que recorrió todo el terreno nacional de costa a costa. Fue en 1970 cuando adquirió la entonces finca de ganadería con una extensión de 368 ha. En honor a su esposa, Mercedes, la llamó Rancho La Merced.
Desde esa época, se aplicó el control biológico (en lugar de pesticidas), se prohibió la cacería, la tala de árboles para lena y la extracción de objetos de entierros indígenas.
En 1995 se creó el Refugio Nacional de Vida Silvestre La Merced, categoría mixta, ya que cuenta con zona marítimo-terrestre, esteros y manglares frente a los ríos. Gracias a la unión de esfuerzos de protección y reforestación de la zona, regresaron los monos tití y congos, lapas, tepezcuintle, manirrotos, el oso hormiguero y 360 especies de aves.
El Rancho La Merced ofrece caminatas de sus 21 km de senderos por el bosque primario, secundario y áreas abiertas. También ofrece cabalgatas a la catarata del Río Morete, por la playa y el bosque y al Tómbolo de Punta Uvita en el Parque Nacional Marino Ballena. El Rancho La Merced forma parte importante del renombrado Corredor Biológico de La Danta, aunque dantas, según nos dice Don Walter, ya no se ven por aquí pero si se pueden observar en el Parque Nacional Corcovado. Además, se ofrece alojamiento en la legendaria Casa Vieja del rancho y en una pequeña cabina a los visitantes que desean quedarse.
Al preguntarle por sus planes para el futuro, Don Walter menciona una planta de tratamiento de aguas y de reciclaje, así como una urbanización ecológica donde el residente puede disfrutar del rancho «como si fuera el patio de su casa».
Felicitaciones, Don Walter y muchas gracias.