Los lagartos de cuentas y los monstruos de Gila del género Heloderma son los únicos lagartos de América con una mordedura venenosa.
Al contrario de las serpientes venenosas que las tienen en la parte superior de la mandíbula ellos tienen glándulas de veneno en su mandíbula inferior. Los lagartos tienen que masticar la carne de sus víctimas para liberar su veneno, a diferencia de las serpientes donde el veneno se inyecta rápidamente.
Por lo tanto, actúan como pequeños ‘pit-bulls’ que se aferran con firmeza para que el veneno pueda penetrar en las heridas de las víctimas. El veneno no es letal conllevando una disminución rápida de la presión arterial y dolores insoportables. Parece ser más para fines defensivos en lugar de una herramienta de caza. Estos reptiles son lentos en sus movimientos lo que los hace vulnerables a los depredadores como los coyotes y las aves de presa. Esto también podría explicar sus brillantes colores de advertencia. La mayor parte de su tiempo pasan en madrigueras, evitando el calor del día, siendo más activos en las mañanas o al final de la tarde. En la naturaleza, se alimentan principalmente de huevos de aves y reptiles.
También consumen pequeños roedores, aves, ranas, lagartos e incluso carroña. Almacenan una reserva de grasa en su cola. En Reptilandia le damos a nuestras lagartos enchaquirados (Heloderma exasperatum) ratas pequeñas y ratones, a veces un huevo de gallina. Los monstruos de Gila (Heloderma suspectum) aparecen más en desiertos muy secos y en las tierras de matorrales, como en Arizona en los Estados Unidos y Sonora en México. Varias especies de lagartos enchaquirados se encuentran en los bosques secos tropicales de México y Guatemala. Crecen más grandes que los monstruos de Gila (hasta 90 cm), los machos son un poco más grandes que las hembras. ¡Hemos estado criando estas bellezas que ponen huevos con éxito en nuestro parque y actualmente estamos esperando ansiosamente las crías de otros seis huevos que se están incubando!
Por: Roel de Plecker