Por Perry Gladstone Foto A Surfer Dreams
Conduciendo por la Costanera en Costa Ballena, en el Pacífico Sur de Costa Rica (carretera # 34), un mono araña joven corrió hacia el frente del vehículo. Apenas pudo pasar la calle saltó sobre un árbol cercano donde otro mono joven lo esperaba ansiosa mente. Los observé aferrándose a la pequeña rama del árbol, y quedé totalmente absorto en el momento. Estoy seguro que uno le decía al otro, «¡Guau compa, estuve cerca!»
No podía dejar de pensar en el último viaje de surf que realice con mis amigos. Las olas eran enormes y en un momento fui golpeado por una pared gigante de agua blanca y arrastrado hacia las rocas. Apenas pude soportarlo. De regreso a la playa mis amigos se apresuraron a decirme lo afortunado que fui.
No es coincidencia que nuestras experiencias y las del resto del mundo sean similares. Compartimos el mismo planeta, el aire y la fuerza de vida, independientemente de donde creemos que viene. En pocas palabras: todos estamos en el mismo “barco”. Los surfistas son rápidos para exaltar sus virtudes. El surf es en parte un deporte y una forma de meditación, sin embargo, es una técnica totalmente orgánica, el surf es una mezcla única de libertad, creatividad, aventura y habilidades.
Por supuesto, las olas tienen su propio curso y por lo tanto el surfista debe navegar y negociar su relación con el oleaje en cada momento. La vida también tiene su propio curso y depende de nosotros escoger nuestro camino en cada momento. Al igual que yo y el mono, algunas de nuestras elecciones serán para escapar por un pelo del peligro. Otras veces pueden ser preciosas, trágicas u olvidadas.
Todo esto es parte de la aventura a medida que surfeamos a través de la vida.