Por Cesar Barrio Amorós

Un sistema natural saludable pasa por poseer las cinco categorías de “consumidores”. Por ejemplo, en el océano existe el fitoplancton que es el primer escalón en la pirámide alimenticia, se trata de algas microscópicas que son comidas por el zooplancton, diminutos animalitos microscópicos ya sea en sus etapas larvarias, juveniles o adultas, los cuales son a su vez consumidos por crustáceos, corales, moluscos y pequeños peces filtradores. Por encima de ellos vienen los carnívoros, básicamente peces depredadores y cetáceos.

Y en la cumbre destacan los super-depredadores, básicamente tiburones y orcas. En el presente, la sobrepesca a escala mundial está afectando sobre todo a los depredadores (atunes y otros peces que comemos todos los días, marlín, dorado, espada, pargo, róbalo) y filtradores (crustáceos como camarones). Los perjudicados son los depredadores como los tiburones, quienes son los encargados de mantener el sistema limpio y saludable.

Ellos se alimentan con elementos enfermos y carroña. Pero también acumulan todas las toxinas de la pirámide alimenticia, muy especialmente mercurio. Aparte de esto, los tiburones no pueden excretar la urea como los mamíferos, orinando. Su “orina” se elimina a través de la sangre, por lo que en su carne existe una altísima cantidad de ácido úrico. Básicamente, la carne de tiburón es tóxica. En Costa Rica es muy popular el ceviche y hasta el filé de bolillo. Bolillo es el nombre aplicado a varias especies de tiburones que se pescan sin miramiento, porque caen en trasmallos y palangres.

Muy afectado son los tiburones martillo, en peligro de extinción, quienes acuden a las aguas del Pacífico costarricense a reproducirse. Costa Rica con principios fundados en la ecología, debería ser el primero a nivel mundial en prohibir tajantemente la pesca de tiburones de todo tipo, con ello siendo ejemplo para el resto del planeta.

Sin tiburones, no habrá pescado ni un océano saludable para las generaciones venideras.

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